estelnegre | 03 Març, 2007 05:42
El intelectual francés, fundador de la Internacional Letrista y de la Internacional Situacionista contiene la lucidez y la pertinencia en sus análisis radicales y subversivos sobre libre mercado y capitalismo
Guy Debord
El
planeta enfermo
Anagrama,
colección Argumentos
96 pp., 9'5 euros, Barcelona, 2007
La publicación en
Francia, el año pasado, del
conjunto de las obras de Guy Debord (1931-1994), en una
edición preparada y
anotada para Gallimard por Jean-Louis Rancon en colaboración
con Alice Debord,
ha hecho aún más evidente lo que sus lectores ya
sabíamos: la lucidez y
pertinencia de uno de los análisis más radicales
y subversivos sobre las
relaciones y condiciones de producción económica
en nuestras sociedades, las
del llamado libre mercado y también aquellas otras (no nos
olvidemos) dominadas
por un capitalismo burocrático de Estado.
El ensayista Guy Scarpetta ha
denunciado la
«insólita discreción» con la
que los medios de comunicación han recibido la
compilación de la obra de un pensador al que se cita con
frecuencia, la mayoría
de las veces desde la ignorancia o la caricatura, pero del que casi
nunca se
extraen las consecuencias últimas de su ambiciosa
reflexión filosófica y
política: «Emanciparse de las bases materiales de
la verdad tergiversada: he
ahí en lo que consiste la autoemancipación de
nuestra época».
Los 221 parágrafos
de La sociedad del
espectáculo, la obra central de Debord y uno de
los textos más
deslumbrantes del siglo XX, son una contribución inexcusable
a la crítica de la
economía «espectacular», cuyo desarrollo
lógico conduce a la globalización de
sus mecanismos, y en la que la producción de
mercancía como valor de cambio,
pero también --y lo que es más importante-- como
fin en sí misma, se convierte
en la piedra angular del sistema. «El espectáculo,
entendido en su totalidad,
es al mismo tiempo el resultado y el proyecto del modo de
producción
existente», afirma el pensador francés. La
denuncia es clara: nuestra vida
social, hasta en su más mínima
expresión, está condicionada y mediatizada por
la mercancía, objetos carentes de valor transformador con
los que se reproduce,
ininterrumpidamente, la alienación analizada por Marx en el
siglo XIX.
En sus Comentarios
sobre la sociedad del
espectáculo, que enriquecen la obra escrita en
1967, Debord enumera los
cinco rasgos que caracterizan a las sociedades que han llegado al
«estadio
espectacular». Esos rasgos son: «La
innovación tecnológica incesante; la
fusión
de la economía y el Estado; el secreto generalizado; la
falsedad sin respuesta;
un presente perpetuo». El intelectual galo, fundador de la Internacional
Letrista y de la Internacional Situacionista,
grupo este último más
conocido por su decisiva contribución al repertorio
ideológico y a muchas de
las actitudes del Mayo francés,
anticipó hace cuarenta años la
radiografía
de nuestras sociedades, su perversión de fondo.
Buena prueba de ello son
algunas de las
reflexiones que Debord hace en los tres textos publicados ahora por
Anagrama
bajo el título de uno de ellos, El planeta enfermo,
un ensayo escrito en
1971 y de evidente actualidad tras las esperadas conclusiones a las que
ha
llegado la comisión de expertos de la ONU: el cambio
climático es ya
irreversible tras años de un absurdo estilo de vida basado
en la falta de
control democrático de la economía y en los
intereses de los grandes centros de
producción, desde las petroleras hasta los fabricantes de
automóviles. El
resultado del capitalismo de mercado es, junto a la
alienación y la quiebra de
los modos de vida comunitaria y solidaria, la muerte por
contaminación. Dicho
con palabras del autor galo: «El desarrollo de la
producción ha demostrado
cabalmente, a estas alturas», insistimos, el ensayo
está escrito en 1971, «su
verdadera naturaleza como realización de la
economía política: el desarrollo de
la miseria, que ha invadido y arruinado el medio mismo de la
vida».
Debord, que --no lo
olvidemos-- es un
revolucionario, se muestra, en ese breve texto, pesimista sobre la
capacidad de
nuestras democracias («no ofrecen más que sus
elecciones-dimisiones») y la de
la ciencia (también al servicio de la sociedad espectacular)
para garantizar la
«mínima posibilidad material de la
existencia». Y, en coherencia con su obra
fundamental, subraya: «La historia no se puede salvar
más que por la abolición
del trabajo-mercancía».
En el primero de los textos
recogidos en este
breve libro, La decadencia y caída de la
economía espectacular-mercantil,
Debord pone su escalpelo sobre las revueltas que protagonizó
la población negra
del barrio de Watts, en Los Ángeles, entre el 13 y el 16 de
agosto de 1965.
Algunos de los planteamientos del escritor pueden ayudar a entender
mejor las
últimas movilizaciones de los jóvenes de los
barrios marginales franceses,
porque, apunta el autor, «los bárbaros ya no
están en los confines de la
tierra: están aquí, constituidos como
bárbaros precisamente por su
participación forzada en el mismo consumo
jerarquizado». En la estela de su
obra cimera, apuesta por la superación
«positiva» de la sociedad del
espectáculo mediante la «protesta del hombre
contra la vida inhumana» y por una
alternativa vivible en la que el individuo recupera, tras romper con el
orden
impuesto por la cadena
mercancía-consumo/ilusión-espectáculo,
sus vínculos y
posición en la comunidad de la que forma parte.
El tercero de los textos de El
planeta
enfermo se titula El punto de explosión
de la ideología en China y
ayuda a entender, a partir del examen de los enfrentamientos entre los
seguidores de la línea política defendida por Mao
y los opositores a sus
guardias rojos, la evolución posterior de la
economía del gigante asiático.
Para Debord, esas luchas fueron el resultado de un pulso
«entre los
propietarios oficiales de la ideología y la
mayoría de los propietarios del
aparato económico y estatal». Es claro, si
seguimos el curso de los acontecimientos,
que han triunfado estos últimos con un programa mixto en el
que los nuevos
«dueños» del Imperio del Medio han
entreverado los métodos y formas del
capitalismo burocrático de Estado con los del capitalismo de
mercado.
Pero este breve ensayo, al
que hay que
reconocerle valentía si se tiene en cuenta que fue publicado
en agosto de 1967,
cuando buena parte de los intelectuales de la izquierda europea
veían en la
revolución china la alternativa que oponer al ya por
entonces declinante
estalinismo, es, sobre todo, una contundente crítica al
capitalismo burocrático
de Estado en sus distintas manifestaciones tras la toma del poder, en
1917, por
el partido bolchevique. «La sociedad burocrática
es justamente el mundo
invertido de la comunidad proletaria», asegura el siempre
incómodo Debord, para
quien «la ideología llevada a un grado absoluto
acaba por estallar. Su uso
absoluto es también su cero absoluto: es la noche en la que
todas las vacas
ideológicas son negras».
Para quienes nunca han
leído a Debord, El
planeta enfermo puede ser un excelente aperitivo antes de
ponerse con ese
plato mayor que es La sociedad del espectáculo,
una obra que algunos
estudiosos han comparado al Manifiesto comunista
por la precisa tersura
de su prosa y el espíritu fundacional de sus proposiciones.
Para quienes ya
conocen los escritos fundamentales del heterodoxo pensador
situacionista, este
librito es otra buena ocasión para seguir admirando su
insobornable
inteligencia.
José Luis
Argüelles
(Bellver, 429
– 02-03-07)
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aposta nomes va escriure un llibre, perque no fessin negoci i tammateix ara el treuen recopilat igual que ses obres completes den Marx estan a s´fnac ben encuadernades. A ca una puta.